Luis Manuel Lauriño Torrealba
Los trabajadores desamparados, minusválidos como individualidad, comienzan a desarrollar una cierta conciencia de grupo, una unión que se concreta en el entendimiento y en el convencimiento de la existencia de un alma colectiva Marchione
Existe casi un consenso entre los estudiosos del movimiento obrero en torno a sus inicios, pues consideran clave el desarrollo de la industria petrolera en el país en los albores del siglo XX. Sin embargo, es de nuestro interés hurgar en tiempos pretéritos y revisar algunos acontecimientos que pueden ser interpretados como antecedentes y que contribuyeron de alguna manera a la posterior consolidación formal de este movimiento. En esos tiempos surgen alrededor del trabajador un conjunto de elementos de interés, en tanto suponen parte de la dinámica propia de las relaciones de trabajo, constituyéndose en antecedentes directos del movimiento obrero organizado. En este sentido, es importante el estudio de la actividad ferrocarrilera, haciendo foco en dos grandes experiencias, la del Gran Ferrocarril de Venezuela y la del Ferrocarril Central de Venezuela, en tanto las dimensiones de sus proyectos les convertían en importantes demandantes de mano de obra y por ende escenario ideal para el estudio de los antecedentes y elementos mencionados. La industria ferrocarrilera fue una de las grandes empleadoras y pionera en el mundo laboral venezolano, por ello en el año de 1920 los registros señalaban que un 2,5% de la población activa trabajaba en los ferrocarriles. Señala Hurtado Salazar que la construcción ferroviaria, con sus actividades de pico y pala, desmonte, tala de bloques, terraplenado, etc., exigió abundante mano de obra; a su vez, ésta se movilizó atraída por salarios más altos que los devengados en la agricultura. También demandó profesionales, tal como lo demuestran los datos ya resaltados y que señalan que de los 52 ingenieros que trabajaron en las obras de construcción del Gran Ferrocarril de Venezuela, 28 eran de nacionalidad venezolana, es decir el 54%.
La importancia, en materia laboral, del período ferrocarrilero queda demostrada con un conjunto de acontecimientos que se constituyen en hitos históricos. Podemos ver, ya en el año de 1875, algún tiempo antes del desarrollo de la industria petrolera, la formación de un proletariado ferroviario, que en un principio se forma en el área de la construcción de las líneas ferroviarias y que luego vería su desarrollo en las distintas áreas de funcionamiento de los ferrocarriles. En 1890, se registran en Caracas manifestaciones obreras y de artesanos, solicitando ocupación; en 1893, se realiza la Primera Reunión de Socialistas Obreros de Venezuela; y en 1896, sucede un acontecimiento sin parangón en Venezuela, una de las manifestaciones más sorprendentes del obrerismo de finales de siglo
. Tal es la forma como se refiere Urquijo al Primer Congreso Obrero de Venezuela, que estando presidido por Alberto González y apoyado en su Secretaría por el sastre y poeta, Leopoldo Torres Abandero, pretendía
fundar el Partido Popular y estudiar las cuestiones sociales para mejorar la situación de las clases obreras.
Coinciden algunos autores en señalar que la industria ferrocarrilera fue el escenario del nacimiento del proletariado venezolano, entre ellos Camilo Ulloa, Samuel Hurtado Salazar, Hemmy Croes y Urquijo, entre otros. Este último autor se refiere a ese proletariado incipiente como obrerismo y a propósito de este, en un contexto en que se dirime el conflicto entre el Gran Ferrocarril de Venezuela y el Ferrocarril Central de Venezuela, señala que:
no se trataba sólo de un obrerismo intelectualista, sino activo, como lo demuestra uno de los reportajes de El Obrero socialista sobre la gran manifestación de 1890, que tuvo lugar en la Plaza Bolívar, un meeting imponente, en el que predominaba el distintivo de los hombres de rudo trabajo, ¡la blusa! Primera vez que en Venezuela, se utiliza el término meeting y se habla del uniforme laboral proletario. No se trataba de meros artesanos. Y su reclamo lo ratifica: exigir al Primer Magistrado de la República (Dr. Anduela Palacio), en fuerza de sus legítimos derechos, interponga su influencia para que se derogue la orden oficial en virtud de la cual hanse suspendido los trabajos del Gran Ferrocarril Central, comenzados ya hace algunos días en esta ciudad 74
Los trabajadores iniciaban su reconocimiento y comenzaban a adoptar una simbología propia de una clase, así como unas herramientas de protesta, que si bien en Venezuela eran una novedad, no lo eran así en otras latitudes, lo cual, por supuesto, no le restaba méritos. Aún en nuestro país no existía la estructura industrial y fabril que pudiese catalizar la consolidación pronta de una consciencia proletaria, pues la base económica era fundamentalmente agrícola. Tres años más tarde, el 25 de julio de 1893, sucede otro acontecimiento histórico, un capítulo inédito, como lo denomina Naudy Suárez o un hecho singularísimo, como lo llama Jesús Sanoja Hernández, cuando catorce trabajadores socialistas alemanes del Gran Ferrocarril de Venezuela se reúnen a las 9:30 de la noche en el Café Caracas. Como resultado de esta reunión, los trabajadores realizarían un acta, mediante la cual se determinaba
legitimar al Camarada Franz Schleese por ante el IV Congreso Internacional Obrero
, que sería realizado en Zurich en agosto de 1893. Así mismo, Schleese instaría a los demás trabajadores asistentes, a darle carácter permanente a estas reuniones y a realizar una nueva asamblea, para posteriormente entregar, en el IV Congreso Internacional Obrero, un informe elaborado en dicha reunión, a propósito de la situación laboral del país.
El 28 de octubre de 1896 se instala en Venezuela, como ya señaláramos, el Primer Congreso Obrero de Venezuela, que si bien no tuvo mayor repercusión en el movimiento obrero venezolano, debido a que sus intereses eran principalmente políticos, significó un hito de referencia obligada al estudiar la historia y los antecedentes de este movimiento. El mismo estuvo orientado a la fundación del Partido Popular, para trabajar en función del civismo, la instrucción popular y el fomento de la economía entre las clases obreras. También pretendía estudiar los aspectos sociales necesarios para mejorar la situación de las clases obreras, basado en los principios del trabajo. A su vez, se pretendía la incorporación de la masa obrera a la democracia, garantizar al pueblo el acceso a la propiedad, así como darle fin a los tiempos de revoluciones y levantamientos militares. El Partido Popular desaparecería en el año de 1898 y el impacto de dicho congreso sobre las masas trabajadoras no sería vital, por lo que los influjos del socialismo utópico no tendrían asidero real en las masas trabajadoras en las postrimerías del siglo XIX.
El año de 1919, fue un año sumamente dinámico para llenar las páginas de la historia obrera venezolana. Ya comenzaba un movimiento de agrupación gremial, pues como nos señala Quintero los obreros comenzaban a concentrarse, en cierta medida a organizarse, sólo en centros como la Fábrica Nacional de Fósforos, de vidrios, cemento, papel, y empresas de ferrocarriles. Se conformarían asociaciones de obreros y empleados en el Ferrocarril Caracas-La Guaira, Gran Ferrocarril de Venezuela, o Ferrocarril Alemán, en la Electric Light Company, así como en los Teléfonos de Caracas, las cuales después de diversos intentos fallidos de agrupación, lograrían en este año conformar la Confederación General Obrera, de muy corta duración, pues vería su fin en el año de 1921. Se lograban editar unos cuantos números del periódico gremial El Obrero, mismo que hiciera un llamado a las diferentes corporaciones para agruparse en torno a la mencionada confederación. Sin embargo, este largo año no terminaría aquí, pues se darían una serie de acontecimientos importantes entre la Compañía del Ferrocarril Central de Venezuela y sus trabajadores.
El 4 de julio de 1919 se presentaba en la Compañía del Ferrocarril Central de Venezuela una huelga de trabajadores, pero aunque no tenemos mayores datos de las solicitudes o reivindicaciones planteadas, si existe según nos señala Marchione un
telegrama recibido del Sr. Víctor Soborg, Administrador Interino de la Compañía del Ferrocarril Central de Venezuela, en el que se participa que desde hoy, 4 de julio de 1919, a las 2 pm. está suspendido todo tráfico de esta Empresa por causa de la huelga de los empleados respectivos
También tenemos noticias de la opinión de un ministro, a propósito de la huelga suscitada en el Ferrocarril Central de Venezuela.
Hace referencia el Ministro de Obras Públicas en su Memoria y Cuenta presentada al Congreso Nacional el 19 de abril de 1920, al señalar que esta Empresa, que obtuvo rendimientos muy satisfactorios en los comienzos del año 1919, ha sufrido luego en el curso del mismo un decrecimiento considerable en sus beneficios, debido
al aumento de los salarios como consecuencia de la huelga ocurrida en su personal obrero.
Aunque la opinión de un ministro, siempre debe ser respetable, no tenemos pruebas de que la posterior situación financiera de la Compañía Ferrocarril Central de Venezuela esté únicamente relacionada o siquiera relacionada con la huelga presentada el 4 de julio de 1919. Sin embargo, de las afirmaciones del mismo se puede inferir que por lo menos entre las solicitudes de los trabajadores se encontraba el aumento de sueldos y que por demás se había cumplido. Pero lo más importante en materia laboral del año 1919 estaba por suceder, siendo protagonistas, la Compañía del Gran Ferrocarril de Venezuela y sus trabajadores. Comenzaremos por describir, de una forma amplia, algunas características laborales de la empresa. Así, las condiciones de trabajo, en líneas generales, en la Compañía del Gran Ferrocarril de Venezuela eran agradables, aunque severamente reglamentadas, sin embargo, esto también dependía del tipo de cargo y sus características propias. El cargo de Jefe de Estación era uno de los más apetecibles, entre otras cosas, por las condiciones físicas en las que se debían realizar las tareas. En este sentido tenemos el testimonio de Jesús Nieto, quien llegara a desempeñar este cargo en la Estación Caracas
Muy fuerte. Lo que más te exigía era responsabilidad. Si tenías que despachar un tren a las seis de la mañana, tenías que estar allí, puntual, y si llegaba a las tres o cuatro de la mañana, había que estar antes para recibir la carga o a los pasajeros. Trabajando en el ferrocarril no prestabas servicio militar, pero era como estar en el cuartel porque a la hora que te llamaran tenías que estar allí.
El trabajo de los peones debía realizarse en las más duras condiciones, a la intemperie,
quedando las brigadas de trabajo, con frecuencia, diezmadas por la malaria y la fiebre tifoidea
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La administración del Gran Ferrocarril de Venezuela organizaba a los trabajadores en dos grupos, el de los jornaleros, llamados así por recibir a diario el pago de la jornada, en donde estaban contemplados los cargos de más bajo nivel de su estructura, y el grupo de los empleados, en donde se encontraban los trabajadores que recibían una paga mensual por sus labores, estableciendo así un sistema de double pay. Pero, también los trabajadores comenzaban a moverse para agruparse y exigir mejoras y reivindicaciones por su trabajo. De esta forma se lograron agrupar en la ya mencionada Corporación del Gran Ferrocarril de Venezuela.
La compañía del Gran Ferrocarril de Venezuela era una compañía de avanzada en materia laboral, pues entre sus políticas contempló, ya en aquellos tiempos, la realización de hospitales y sanatorios para sus obreros, programas de reconocimiento al mérito y la procura de mejoras constantes de las condiciones de trabajo, adelantándose en muchos casos a la posterior legislación laboral. De hecho algunas de sus prácticas fueron consideradas en leyes tales como la Ley del Trabajo de 1928, que contuvo importantes disposiciones de principio sobre higiene y seguridad industrial, sobre días hábiles para el trabajo, sobre el trabajo de las mujeres y los menores y sobre riesgos profesionales. Asimismo disposiciones fundamentales sobre la propia legislación del trabajo
y la ley de 1936.
Llegado el 18 de Julio de 1919, esta misma empresa negociaría con sus empleados el incremento de sus salarios, así como beneficios relacionados con las condiciones de trabajo, como se desprende del documento El Ferrocarril Alemán, Bases del Acuerdo entre la Dirección y los Empleados y Jornaleros, resultante de dichas negociaciones. El acuerdo se supone de gran trascendencia, pues estamos ante la presencia del primer contrato colectivo de Venezuela.
Consideramos que este Documento es un verdadero Contrato Colectivo ( ) por las características tipificadoras que se desprenden de un análisis del mismo. En primer lugar, vemos que son los trabajadores quienes han hecho la solicitud en forma colectiva; en segundo lugar, la Dirección del Gran Ferrocarril accede a tratar con ellos; tercero, el contenido de los asuntos negociados se atiene a los que han tipificado desde sus inicios una negociación colectiva: sueldos y salarios, horarios y condiciones de trabajo; cuarto, su forma jurídica se ajusta al estilo marcado por el derecho en estos casos: copias del documento (hechos dos a un mismo tenor), fecha y publicación del documento en la prensa local para darle carácter público.
Y sólo quedando un cabo suelto, el de la presencia del Gobierno, para que este documento sea considerado un auténtico contrato colectivo, no debe extrañar, pues al contrario, la ausencia del Gobierno, no hace otra cosa que reafirmar un estilo de negociación típico de la época, cuyo influjo liberal a ultranza, no permite que éste intervenga. Son de resaltar aspectos tales como el privilegio a la antigüedad de los trabajadores, la obligatoriedad del descanso vacacional anual, el mecanismo sui géneris de la pre-jubilación, así como el estudio de la fundación de una Caja de Pensión. Otro elemento resaltado es el ya mencionado sistema de double pay. En cuanto a la jornada de trabajo se establecía de 8½ horas diarias, y la semana completa, contemplado como dobles los días feriados. En los casos de enfermedad y accidente, resaltan los bonos contemplados de 2.500 y 5.000 bolívares respectivamente.
Nos señala Hurtado, que en este sentido, el aporte de los ferrocarriles a la formación del proletariado venezolano tenía límites, pues la instalación de los ferrocarriles era un fenómeno transitorio e inconsistente en las zonas por donde pasaba, y tal como fue social e históricamente fugaz (
) En suma, la construcción ferroviaria no consolidó plenamente al proletariado como clase social y al referirse a los procesos industriales, una vez culminados los trabajos de construcción de los ferrocarriles, nos resalta que
fueron restringidos y secundarios, pues la economía se caracterizaba por la importación de los bienes de equipo. Entre tanto, Godio nos da cuenta de que la actividad ferrocarrilera del país no logró una verdadera transformación laboral, ni ocupacional, debido a causas como el bajo volumen de la actividad, su dispersión geográfica y su deficiente organización.
Finalmente, en el año de 1919 y después de los acontecimientos ya señalados, el movimiento obrero, si bien no se había consolidado y convertido en eje del movimiento obrero organizado, como lo hizo en toda Latinoamérica, ya había echado las raíces necesarias para posteriormente y a partir de la actividad petrolera nacional, dar los frutos del movimiento sindical desarrollado y vinculado en sus luchas. Los trabajadores desamparados, minusválidos como individualidad, comienzan a desarrollar una cierta conciencia de grupo, una unión que se concreta en el entendimiento y en el convencimiento de la existencia de un alma colectiva
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